En la que es, sin duda alguna, la mejor temporada de todas, con lo primero que nos encontramos es que realmente Jesse si ha matado al químico con el que Gus contaba para sustituir a Walt. Y a partir de ahí estamos ante el declive y a la vez una gran evolución del personaje de Jesse, que cobra mucho más protagonismo, no sólo porque vemos que es capaz de matar si hace falta, sino porque le vemos metido en el bando de los malos, lo que provocará muchas situaciones de tensión entre él y su socio. Y es que en esta temporada si hay algo que destaca es la relación de amor-odio entre Pikman y el señor White. Aunque no quiero olvidarme de Skyler, que también sobresale y protagoniza momentos muy buenos y de Hank que pese a su incapacidad se va acercando al objetivo y consigue llegar hasta la lavandería. Aunque no me cuadra mucho que no sospeche de Walter porque su cara de sospechoso es bastante clara y se involucra demasiado para ser un caso en el que solo participa por curiosidad. Pero bueno. Hablando de momentos, hay un par de ellos muy destacables: uno de ellos es el flashback que nos cuenta cómo es la introducción de Gus en el cartel. Otro, es cuando Ted Beneke se da el golpe en la cabeza que no sabemos, aunque suponemos, que es el fin del personaje. Y finalmente tenemos el gran momento del último episodio: la encerrona a Gus en el asilo de ancianos donde acaba volando por los aires gracias a la auto inmolación de Hector Salamanca y el desmonte del laboratorio. Un fin de temporada brillante. Ahora a por la quinta, en la que supongo que algún cabo suelto quedará para que tenga lugar una última temporada.
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