Vamos con la secuela de "Ocho apellidos vascos", que, al igual que la anterior, se sirve de los clichés de estereotipos típicos para esta vez trasladarse a Cataluña, donde Rafa tratará de impedir la boda de su ex en un contexto de rabiosa actualidad como es la independencia del pueblo catalán. La verdad es que tiene un par de momentos buenísimos, como el que tiene lugar en la estación del ave de Atocha o cuando conocemos a la iaia. Y en cuanto a los personajes, yo diría que en esta ocasión el que destaca por encima de todos, incluso de Dani Rovira, es Koldo, aunque el Pau y la Roser también me han hecho mucha gracia. Y aunque la primera me gustó más, y ésta es más predecible y ha perdido un poco esa frescura, cumple su función de entretener. Le doy un 5.
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