Tengo que decir que valoro este documental desde la perspectiva de que nunca me ha gustado el estilo musical de Amy, pero a través de las imágenes de archivo he podido descubrir a la persona que se escondía detrás de esta carismática artista: una chica londinense de gran personalidad y naturalidad, que tuvo la desgracia de convertirse en un juguete roto debido a sus problemas con las drogas, el alcohol y sus desórdenes alimentarios. Y me hubiera gustado que la cinta tratara más de acercarnos su música y su forma de crear, en vez de centrarse más en su autodestrucción. Pero bueno, creo que vale la pena verlo porque consigue mostrarnos a la chica detrás del nombre, como dice el título, y que sea inevitable sentir una cierta pena por la joven, tanto si la admirabas como si no. Le doy un 6.
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